¿Cómo hacer que tu distopía promueva el juicio crítico? Si te estás preguntando por la receta, quédate aquí. Déjame decirte esto: existe más de una forma. Hoy te mostraré cómo fomentar el juicio crítico distópico a través de la premisa narrativa.
Para eso, veremos el tratamiento de la igualdad en la película The Giver, conocida en español como El Dador de Recuerdos. Será necesario entender, primero, en qué sentido se trata de una sociedad igualitaria, y después, el argumento. Así, veremos más claramente la premisa.
Tabla de contenidos
ToggleAdvertencias previas
1- The Giver está basado en una saga de novelas. El enfoque estará puesto sólo en la película.
2- Para respetar el derecho de autor, no usaremos fotos de la película.
Dicho esto, ¡vamos al asunto!
La sociedad igualitaria de The Giver
Para conocer mejor esta sociedad distópica, escuchemos a Jonas, el protagonista: «Era un mundo en el que se prohibían las diferencias. No había popularidad, ni fama ni ganadores ni perdedores. Los ancianos habían eliminado eso para que no tuviéramos conflictos».
The Giver nos presenta una ciudad reconstruida, post-guerra, conformada por clanes familiares. Se fundamenta en la igualdad de sus miembros.
¿En qué se traduce esta igualdad? Veamos algunas manifestaciones esenciales:
- Todos los ciudadanos usan uniforme.
- Nadie puede ver en colores.
- No existen las emociones profundas ni los sueños.
- Tampoco hay atracción sexual ni relaciones amorosas. Los niños son creados por eugenesia avanzada, en centros de crianza, y después un grupo familiar los adopta… Salvo que no sean aptos, en cuyo caso, se eliminan (son «liberados»).
- No existe la historia. Pero para no repetir los errores del pasado, se creó el puesto de Receptor de Memoria.
¿Cómo se logra esto?
1) Gracias a un sistema de pensamiento homogéneo, basado en una enorme cantidad de reglas, que refuerza el estilo de vida impuesto. Por ejemplo: se ordena «tomarse la medicina diaria» para impedir el desarrollo de emociones profundas, la atracción sexual y los sueños; la norma «usar un lenguaje preciso» evita rememorar la vaguedad propia de los afectos, de modo de mantener, siempre, un discurso racional.
2) «El lenguaje construye realidad», dicen. Para este propósito, existe todo un código lleno de eufemismos («liberar» en vez de matar) y frases hechas («me disculpo», «acepto tu disculpa»).
3) Estandarizando las etapas vitales. El ejemplo más claro lo vemos en la vida de Jonas y sus coetáneos: a los dieciocho años el Consejo de Ancianos asigna un oficio, de por vida, tras una meticulosa observación desde el nacimiento.
4) Con un sistema de vigilancia total, a través de cámaras, y mecanismos de coerción para los descarriados.
Argumento, premisa y juicio crítico distópico en The Giver
Argumento
El trauma de la guerra fue tan grande, que el Consejo de Ancianos quiso evitar una sociedad donde existiese el dolor y el caos. El modo más eficaz de conseguirlo era eliminando las diferencias, porque ellas provocaban emociones que dividían a las personas.
Con estas bases utópicas, se logra un mundo ordenado, en el que todos tienen lo necesario, sin problemas ni dificultades. No hay libertad ni emociones profundas, para nadie (ni siquiera de las positivas): los ciudadanos son iguales entre sí y poseen lo mínimo para sobrevivir.
Sobre el libre albedrío, la Anciana y Jefe se expresa con estas cariñosas palabras sobre su existencia: «Cuando la gente tenía la libertad de elegir, elegía mal», justificando con esto su abolición.
Premisa de The Giver
Tenemos el argumento. Vamos por la premisa. Podríamos decodificarla en estos términos: «Desde la óptica errada, la igualdad podría costarnos la felicidad».
Juicio crítico distópico desde la premisa en The Giver
La premisa contiene el mensaje de la obra, lo que el autor quiere legarnos. Y como la distopía busca despertar nuestra conciencia, en su premisa yace el juicio crítico distópico.
Entonces, cuando escribas tu novela, pregúntate: ¿qué quieres decir? ¿Qué te gustaría mirar de un modo distinto, contra lo que se suele dar por sentado? En The Giver, por ejemplo, se cuestiona la igualdad, un valor bastante sacralizado por muchos sectores de la sociedad actual.
Esto no significa que haya que dejar de creer en ella, no. ¿Entonces? Establezcamos el matiz, suponiendo que la premisa tuviera voz. Simplemente, nos diría: «ok, amemos la igualdad, pero, cuidado con exagerar».
Tip extra y cierre
Cómo dar una mejor experiencia a tu lector a través del juicio crítico distópico
Si has trabajado bien el juicio crítico distópico, desde la premisa, podrás ofrecer a tu lector una experiencia enriquecedora, donde no sólo se lleve tu mensaje, sino que pueda sacar sus propias conclusiones. Por ejemplo, la premisa de The Giver podría incentivar la siguiente pregunta: ¿debe entenderse la igualdad desde un empeoramiento de las condiciones de vida?
¿Cómo logras esto? Te sugiero lo siguiente: inserta, mediante tu historia, mensajes paralelos a tu premisa. Pero sólo insinúalos, sin desarrollarlos, de modo que des tarea a tu lector. En The Giver, se tratan de esta forma, muchos otros temas además de la igualdad, que son complementarios o permiten dar una visión más completa del panorama. Ejemplo: el cinismo en las costumbres, totalitarismo, bien común por sobre el bien de las personas, la negación de la sexualidad y los sentimientos, etc.
Y para eso puedes plantearte preguntas que te lleven hacia allá. Por ejemplo: ¿Qué cosas adicionales sería importante decir a través de mi texto, y que se relacionen con la premisa? ¿Qué metáforas puedo usar para comunicar otro asunto que me importe? ¿Más figuras literarias? ¿Qué otros temas paralelos me permiten construir mejor tu mundo distópico? Puedes plantearte muchas otras interrogantes.
Es decir, a través de la riqueza de tu novela, ofreces algo más. Si quieres un ejemplo concreto de una experiencia similar, te invito a leer el artículo del mes pasado, donde se examinó el juicio crítico distópico, a través de 1984.
Síntesis
Para cerrar, recuerda: la premisa porta tu mensaje. Puedes trabajar el juicio crítico distópico desde ahí. Esto, sin perjuicio de ofrecer al lector la oportunidad de profundizar, desde la riqueza de tu texto.
Despedida e invitación
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