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El traductor literario

¿Quién no se ha leído alguna vez (o muchas, como yo mismo) El Señor de los Anillos? O la saga Canción de hielo y fuego, o Fundación, o Harry Potter. Son obras grandiosas, historias que han pasado a la posteridad, que marcan la literatura popular de las últimas décadas. ¿Cómo no van sus autores a estar en boca de todos? Tanto Tolkien como George R.R. Martin, Asimov o J.K. Rowling forman parte de ese tipo de escritores cuyo nombre todo el mundo conoce. Y no es para menos. Sin embargo, si no fuera por la figura de la que hoy vamos a hablar, esas maravillosas historias jamás habrían salido de sus fronteras. Hoy no conoceríamos nada del Anillo Único, ni del Muro de Hielo, la psicohistoria o el quidditch. Sus nombres no son conocidos, no ocupan portadas, pero son imprescindibles. Os presento al traductor literario.

El traductor literario, ese gran desconocido


Sí, nadie tiene en cuenta al traductor literario cuando se lee un libro que originalmente ha sido publicado en otro idioma. En parte, así debe ser. La misión del traductor literario, además de traducir, por supuesto, es pasar desapercibido. Cuanto menos se note que está involucrado, mejor para el lector. Significará que la obra original es tan universal que tiene menos necesidades a la hora de ser adaptada al público del país destino. Una buena traducción literaria es inapreciable, pero en cambio una mala traducción estropea la obra original. Así que imaginad la responsabilidad que recae en estos profesionales, de los que ya apuntamos algo hace unos años en este artículo sobre Las mil y una noches.

Paraos a considerar la envergadura de este gremio: en 2022 fueron traducidos en España más de 6000 títulos distintos, cuyos originales se escribieron en inglés; otros 1500 llegados de Francia; y curiosamente casi los mismos del castellano a otros idiomas co-oficiales o a lenguas extranjeras. Como veis, es una parte importantísima del mercado editorial. Hay editoriales que sólo publican traducciones. Géneros como la fantasía y la ciencia ficción tienen mejor acogida en nuestro país cuando vienen del mundo anglosajón (por desgracia para nuestros autores). Así que sin la labor del traductor literario todo este ecosistema sería imposible de mantener.

traductor literario

Los malabarismos del traductor literario


Estaréis pensando que el trabajo del traductor literario no es para tanto. Al fin y al cabo, él no crea la obra, sólo la transforma. Coge lo que el autor, el gran creador, le entrega. No tiene que inventar una trama, unos personajes, unos escenarios. Sólo tiene que traducir cada frase, pasar del idioma original a otro. Hasta vosotros lo podríais hacer con el traductor de Google o alguno similar. Si pensáis así, ni os imagináis lo equivocados que estáis. Muchísimo. No llegáis a concebir lo limitado que está el traductor literario a la hora de hacer su trabajo. Hay unas líneas que jamás, en ningún caso, puede traspasar.

Por ejemplo, tiene que respetar la idea original del autor, el mensaje, incluso las intenciones estilísticas. Si el creador ha utilizado una metáfora, tiene que trasladarla al idioma final manteniendo el significado, lo cuál a veces puede resultar todo un reto, porque no todas las expresiones de un idioma tienen un equivalente exacto en otro. Por si fuera poco, el traductor necesita que su trabajo tenga carácter literario. Vamos, que no es que vaya a traducir un estudio académico, sino una obra narrativa. Por tanto, el traductor literario también debe tener conocimientos y un dominio correcto de los recursos estilísticos, el ritmo y la narrativa en general. O lo que es lo mismo: el traductor debe pensar como un escritor.

traducir

¿El traductor literario modifica la obra?

Sí, no le queda otra. Esa sería la respuesta corta y directa, pero que necesitaría muchos matices. Empezaremos por un ejemplo que se hizo muy famoso. Aunque surge en una serie de televisión, tiene relación directa con la literatura: me refiero a la escena de Hodor, en Juego de tronos, donde se explicaba el origen del nombre del personaje. No os haré spoilers (aunque a estas alturas ya deberíais haberla visto), pero el problema provenía de una frase que dice en un momento dado, «Hold the door», que en una traducción literal sería «Sujeta la puerta». Pero claro, esta frase en español no podría jamás dar lugar al acrónimo «Hodor», así que el doblaje tuvo que tirar de piruetas para solventar el regalo envenenado de Martin: la frase original se tradujo como «Aguanta el portón» y de ahí a «Hodor». Veremos cómo lo hacen los traductores de la novela, si es que alguna vez la termina el autor.

Si el traductor hace bien su trabajo, cualquier cambio estará justificado, será coherente con la obra y por tanto el lector lo asumirá sin darse cuenta. Sin ir más lejos, a ningún fan español de El Señor de los Anillos se le ocurriría llamar Frodo Baggins a nuestro querido Frodo Bolsón. Sea como sea, casos como este suscitan un debate: ¿Hay que traducir los nombres y apellidos? En general no suele aconsejarse, pero la obra de Tolkien es muy particular: el autor británico era lingüista. El propio Tolkien elaboró una guía oficial con directrices claras para la traducción. Y entre estas dejó muy claro que los apellidos de sus personajes hobbits sí debían traducirse, ya que él los creó en base a palabras con un significado implícito. Y para que dicho significado llegue al lector de otro idioma, debe traducirse.

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Conclusiones


¿Entendéis ahora lo difícil que es el trabajo del traductor literario? No sólo debe conocer ambos idiomas, sino que además tiene que manejar esa lengua final a nivel literario. Pero sobre todo debe ser fiel a las intenciones del autor original y a la vez mantener el componente cultural de la obra haciéndolo comprensible al nuevo lector. La cuadratura del círculo. Es imposible conseguir todo esto sin estudiar la obra a fondo. Muy a fondo en ocasiones. No se trata por tanto de que el editor de turno te envíe el manuscrito y te pongas a traducirlo tal cual te llega. Hay que hacer una lectura previa, estudiarla en conjunto y frase por frase, leyendo entre líneas el subtexto. La mayoría de las veces sin la posibilidad de consultar al autor original.

Así que la próxima vez que estéis leyendo un libro traducido, pensad que si podéis disfrutar de él es tanto por el autor cuyo nombre aparece en la portada como por el del profesional que apenas es nombrado en los créditos interiores. Ahí, en pequeñito, junto a la fecha de la edición, donde no leemos nunca, está el otro gran protagonista: el traductor literario.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Carmen

    GRACIAS. Me ha sido de mucha utilidad sus indicaciones. traduzco, más bien artículos del francés al español o del español al francés y por eso me he interesado a leer su articulo. Nuevamente gracias

  • JOSÉ LÓPEZ MARTÍNEZ

    ¿En Google HAY ALGÚN TRADUCTOR AUTOMÁTICO QUE VALGA LA PENA Y SEA GRATIS?

  • La Rosa de Bécquer

    Muchas gracias por el artículo. Ahora entiendo mejor a mi hijo cuando me dice: “mamá, esta traducción es malísima, o, esta otra es muy buena”.

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Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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