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Una visita guiada al Colegio de Olearios de “Muerte y Cenizas”

La verdad es que nunca os podré llevar a una verdadera visita guiada al Colegio de Olearios. Como algunos ya sabrán, esta antigua construcción romana ya no existe. Tenemos que admitir que este atributo de “viaje imposible” le confiere cierto interés a este lugar del pasado, especialmente para todo aquel que, como yo, se siente un explorador histórico insaciable. 

Este collegium romano se encontraba en el lugar que actualmente ocupa el majestuoso Alcázar de Sevilla. Se dice que el emplazamiento del palacio mudéjar fue ocupado desde el siglo VIII a.C. Mientras que en el siglo I d.C., se construyó aquí el Colegio de Olearios. Sobre sus ruinas, se edificó la primitiva basílica visigoda de San Vicente, aunque, cuando Sevilla fue conquistada por el califato omeya, esta se demolió.

Sin darle más vueltas, veamos qué era y para qué servía el collegium, ya que aparece en varias escenas de mi novela “Muerte y Cenizas”.

¿Qué era un collegium romano?

En la antigua Roma, se le llamaba collegia (en singular, collegium) a cualquier espacio que actuara como entidad jurídica en la vida social romana. El origen etimológico de esta palabra proviene del latín y significa, literalmente, “sociedad”. 

De hecho, los collegia servían para llevar a cabo el trabajo de las asociaciones que los componían, con el fin de alcanzar los intereses comunes de sus miembros. Los intereses abarcaban un gran número de aspectos para los ciudadanos, incluyendo prácticas de culto, relaciones comerciales, actividades profesionales, así como la vida política y los servicios cívicos.

Eran clubs sociales y espacios dedicados a la actividad religiosa. Su desarrollo requería la aprobación del Senado Romano para utilizarse con potestad legal, y tenían una función muy importante en la vida social de aquel entonces, ya que influían en el desarrollo político, cultural y económico de la ciudad. 

Cabe destacar que a algunos collegia se les vinculó en acciones de violencia política contra el malestar social del Imperio. Esto dio lugar, sucesivamente, a la supresión de estas asociaciones sociales por parte del gobierno romano.

La función civil y religiosa de los collegia

Los collegia, entonces, eran unos espacios en los que se hacía un gran número de actividades, desde encuentros sociales, puntos de referencia para las actividades mercantiles, planificación de eventos sociales. Incluso eran centros que se usaban para la planificación de acciones criminales por grupos de delincuentes. 

El aspecto civil de los collegia iba de la mano con las ceremonias religiosas. Este tipo de collegia estaban formados por fraternidades de sacerdotes que realizaban funciones de tipo espiritual y custodiaban las escrituras.

Diferentes actividades rituales se daban lugar aquí, como la organización de festivales, sacrificios a los dioses, prácticas de augurios, eventos religiosos, mantenimiento de cultos y servicios funerarios.

Solían tener una sala de reuniones central, llamada curia, y contaban con los órganos de gobierno cívico del Senado romano. 

La legalidad de estos órganos fue objeto de cambios constantes, ya que, en el año 64, el Senado los prohibió. Sucesivamente, se restablecieron. Después, se volvieron a disolver. Tras esto, tomaron un carácter más liberal y, en fin, se sometieron al control estatal.

El empleo de los collegia como centros militares

Además de sus funciones civiles y religiosas, los collegia, en torno al año 100 d.C., llegaron a tener también una función militar en algunos casos. 

Estos se consideraban pequeñas milicias muy violentas en las que se desarrollaban clubes militares. 

Eran formados por oficiales y especialistas legionarios. Estos no solo tenían el objetivo de formar a los futuros soldados, sino que daban un apoyo a sus miembros para cubrir los gastos funerarios o cualquier imprevisto que se diera en el campo de guerra.

Los restos arqueológicos del Colegio de Olearios

Hasta el año 1996, los arqueólogos pudieron recuperar únicamente dos aras de mármol, en las cuales había inscripciones con dos dedicatorias. Una, S. Iulius Possessor, y la otra, L. Castricius Honoratus. El nombre de ambos personajes se vincula a los servicios de la Annona, el órgano administrativo que abastecía las necesidades de los habitantes del imperio con productos de primera necesidad, creado por el emperador Augusto. Pero estos no fueron los únicos hallazgos. Existen diversos epígrafes que se hallaron a lo largo de las exploraciones, sugiriendo la existencia de edificios, como los collegia, de uso social y comercial.

Hace unos veinte años, aproximadamente, durante las obras de restauración de la antigua Puerta del palacio árabe, se encontraron unos restos de este collegium. Se trata del descubrimiento de una inscripción romana del periodo en el que Sevilla era aún Hispalis.

Esta inscripción, una dedicatoria en letras capitales, nombra a uno de los miembros de este collegium, el comerciante de aceite Quinto Valerio Valens, y hace referencia explícita al culto de la deidad Minerva. Un aspecto sumamente interesante porque nos da nuevos elementos sobre los cuales reflexionar.

Es casi imposible determinar, con exactitud, en dónde estaba ubicado el collegium. Pero las piezas arqueológicas que se encontraron a lo largo de los años en torno al Alcázar muestran, a menudo, lo que parecen ser firmas de comerciantes de aceite y de los encargados de dirigir el tránsito portuario. Esto demostraría que esta área tenía una importante función comercial en aquella época.

El Colegio de Olearios en “Muerte y Cenizas”

Por último, me gustaría soñar con otro hallazgo que, tal y como lo presentan los estudiosos, podría corresponder al Colegio de los Olearios.

En concreto, en el Alcázar se hallaron los restos de un gran edificio que se aguantaba por columnas con ladrillos y grandes contenedores de líquidos. ¿Podría tratarse del mismo Colegio de Olearios del que estamos hablando?

Lo cierto es que, como os dije al inicio de este artículo, no os puedo dar certezas ni llevaros físicamente hacia aquel lugar de la Antigua Hispalis. Sin embargo, a través de la mente, con las escenas de mi novela, os podría acompañar en un imaginario Colegio de Olearios, en el que el curator Aurelio Rufo y los duoviros discuten sobre temas de principal importancia para el gobierno, la economía y la política de aquel entonces.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Esther Griñó

    Me quedo sorprendida que tan solo hace veinte años que se descubrieran estas ruinas y que con tan poco (o mucho) le puedas sacar la punta a una historia que seguro será interesante.

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Escritor y creador del Método Pen

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