Empezamos el año con un personaje clave dentro de la literatura española. Gran innovador del teatro en la denominada Edad de Plata junto con otro grande de las letras, García Lorca, creó a su alrededor un aura de extravagancia y excentricidad que a fecha de hoy sigue generando leyendas sobre su vida. Vida que, por cierto, ni sus mejores biógrafos terminan de desvelar del todo. Como habréis adivinado por la foto del encabezamiento se trata de Valle Inclán. Vamos a por ello.
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ToggleValle Inclán, sus primeros años
Dicen que su verdadero nombre era Ramón José Simón del Valle Peña, pero que adoptó los apellidos de sus antepasados para darnos el nombre por el que todo el mundo le conoce, Ramón María del Valle-Inclán.
Nace un 28 de octubre de 1866 en Vilanova de Arousa (Pontevedra), en el seno de una familia de ambientes encontrados. Me explico: Su padre, Ramón Valle, era funcionario en Pontevedra y periodista ligado al mundo liberal de la época y del regionalismo gallego que fundó “La opinión Pública” y el semanal “La Voz de Arosa”. Por el contrario, su madre, Dolores Peña, es de tradición arraigada de mayorazgos, tradicionalista y a la que además se le atribuyen conspiraciones carlistas.
Poco se sabe de sus primeros años, pasándolos en un entorno campesino, tradicional y, como el mismo Valle Inclán decía, arcaico, hasta que comienza sus estudios de bachiller en Pontevedra, donde termina obteniendo el Grado de Bachiller en 1883. Tras esto, se traslada a Compostela, donde se matricula en Derecho, más por imposición de su padre que por convicción propia, carrera que abandona en 1889 con un fracaso más que evidente. Un año después fallece su padre y Valle Inclán da por finalizada su etapa estudiantil para volver con su familia a Pontevedra.
Para aquellos a los que les guste más la imagen, aquí dejo un documental muy interesante sobre nuestro autor.
Valle Inclán y su viaje a México
En marzo de 1892, Valle Inclán marcha a México en lo que algunos de sus biógrafos denominan viaje iniciático. En el año que pasa en este país, vuelve a Pontevedra en 1893, lo recorre en busca de antiguas tradiciones, empapándose de ellas. Es de destacar que en este breve periodo de tiempo colaboró en la prensa mexicana, dándose a conocer con el nombre que ha llegado a nuestros días, publicando más de treinta cuentos, artículos y crónicas en El universal, El correo español de México y La crónica mercantil.
De esta etapa diría en 1921 que “México me abrió los ojos y me hizo poeta”; y es cierto, pues dejó un clara huella en obras tan importantes en su carrera como “Sonata de estío” o “Tirano Banderas”, donde se ve claramente la influencia que este país dejó en su vida.
Como dato curioso, el look que le caracteriza comienza a tomar forma en este viaje, la barba y las melenas empiezan a ser su característica principal.
Valle Inclán, su obra
La faceta que quizás sea la más conocida de Valle Inclán es la de dramaturgo, pero nuestro autor además es un excelente novelista y un gran poeta. Valle Inclán comienza su carrera literaria hacia 1888 publicando en prensa, relación que no abandonaría hasta su muerte. Antes de abandonar sus estudios publica el relato “A media noche” en un diario barcelonés, y es que este género va a ser clave en toda su carrera; nunca dejará los cuentos, que periódicamente reúne en antologías para publicar. De esta época, sus estudiosos destacan el relato indicado, “A Media Noche”, por aparecer en el mismo algunos de los tips que acompañarán su obra posterior: la ambientación gallega, el misterio y la alusión a las partidas carlistas.
Un dato curioso de nuestro autor es la conexión de toda su obra: la hace evolucionar a través del tiempo, ya que es un amante de las revisiones y las reediciones por un deseo de perfección irremediable que el propio Valle Inclán denominó “la fiebre del estilo” y que terminó siendo un rasgo distintivo de su obra.
Tras su viaje a México, donde inicia su carrera, Madrid condiciona su personalidad humana y artística. En 1895 Valle Inclán comparte tertulias en redacciones de periódicos y cafés. Es en estos lugares donde conoce a autores de fama como Baroja, Azorín, los Machado y muchos más que se unen en busca de renovación de lenguajes artísticos y la subversión de los códigos establecidos que identificaban con la escuela realista.
La evolución de su obra
La evolución de Valle Inclán es evidente si observamos su obra en conjunto. Comienza con una primera etapa centrada en el Modernismo que podemos adivinar en su obra “Las Sonatas”. Tras esta, sus estudiosos hablan de una segunda etapa a la que llaman del primitivismo, destacando “Comedias bárbaras” y “Cara de plata” como algunas de las más significativas, donde recrea una Galicia mítica poblada de seres oscuros y violentos, con grandes dosis de superchería y falsas creencias, teniendo como personaje protagonista a un don Juan de Montenegro que representa el poder despótico. Pero la que más valoran sus estudiosos es la tercera, a la que llaman “la deformación de los esperpentos”. Valle Inclán comienza con este novedosos género hacia el 1920 con obras como “Divinas palabras” o “Luces de bohemia”, donde utiliza por primera vez el término esperpento.
Valle Inclán: creador del esperpento
Como hemos dicho, Valle Inclán es el que inicia este género cuyas características se centran en la deformación de la realidad acentuando la realidad en formas ridículas y absurdas y usando el humor para esconder una sátira brutal; en la aparición de personajes grotescos que se mueven por motivaciones primarias y elementales, creando situaciones bruscas de gran contraste entre lo trágico y lo grotesco; y en que tras todo esto lo que realmente se esconde es una gran inquietud por la realidad político-social de la época en España. De hecho, es esta característica principalmente la que hace que se incluya a Valle Inclán dentro de la generación del 98, dejando de lado la belleza evasiva del Modernismo por un tratamiento directo de los problemas.
Pero ¿por qué utiliza Valle Inclán el esperpento como medio de crítica? Nuestro autor decía que la realidad española no podía expresarse mediante géneros como la tragedia, muy sería para la sociedad de la época, un género donde además el autor mira de rodillas y desde abajo a sus personajes haciendo que estos parezcan héroes ante los ojos del espectador. Valle Inclán lo hace desde una perspectiva totalmente nueva; desde arriba. El autor degrada mediante el esperpento y el humor una situación social difícil de llevar por el pueblo llano, haciendo que sus personajes no sean amados ni admirados sino todo lo contrario. Como decía Valle Inclán “Los dioses se convierten en personajes de sainete”.
Y hasta tal punto se identificó con este nuevo género que su aspecto físico y su personalidad cambiaron. Extravagancia y excentricidad se convirtieron en marca de la casa, junto a su figura enjuta de larga barba y bombín exagerado, que le daban una actitud bohemia y provocadora como muestra de crítica y desacuerdo con la situación política y social que incluso le llevó a la cárcel una temporada durante la dictadura de Primo de Rivera.
Lo cierto es que todo esto le dio un halo de misterio y leyenda que supo llevar muy bien hasta el final de sus días, allá por 1936, en su amada tierra a la que siempre terminó volviendo, Galicia.
Y hasta aquí estas pocas líneas con las que espero halláis podido conocer un poco mejor a uno de nuestras grandes autores, Ramón María de Valle Inclán.