May Ziadeh es conocida sobre todo por su relación con el famoso escritor libanés Khalil Gibran, autor de la archiconocida obra El Profeta. Y es cierto que la historia que existió entre ambos fue intensa y profundamente literaria, novelesca incluso. En 1912, Gibran publicó Alas rotas, una historia de amor al estilo Romeo y Julieta a la libanesa. May le envió una carta para explicarle lo mucho que le había gustado el libro y así empezó su relación. Nunca se conocieron en persona, pero durante más de veinte años intercambiaron incendiadas cartas de amor mientras él vivía en Nueva York y ella en El Cairo. Gracias a los artículos que May Ziadeh publicaba en los principales periódicos de Egipto y Líbano hablando sobre la obra de Gibran, y a los consejos literarios que le ofrecía a su amigo, el escritor libanés llegó a ser el referente literario que es actualmente dentro de la literatura árabe y de la cultura de Oriente Medio. Ella, por su parte, fue una de las mujeres más importantes dentro del panorama del renacimiento cultural árabe de principios del siglo XX, aunque su nombre ha quedado relegado únicamente a las bellas cartas que intercambiaba con Gibran. De hecho, solo podemos leer su prolífica obra en árabe o en inglés.
¿Quién fue en realidad May Ziadeh y qué hizo para revolucionar la vida cultural árabe en su momento y convertirse en una de las pioneras del feminismo árabe?
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ToggleMay Ziadeh, una vida dedicada al estudio y la literatura
May Ziadeh nació en Nazaret, Palestina, en 1886. Árabe de religión cristiana, fue educada en escuelas francesas del Líbano hasta 1908, año en que su familia viajó a Egipto para instalarse en la ciudad de El Cairo, que en aquel momento se encontraba bajo ocupación británica. Tenía May veintidós años y empezó a publicar sus primeros artículos en el periódico que había fundado su padre, Al-Mahrusah. Muchas familias de Oriente Medio viajaron a Egipto a principios del siglo XX con la esperanza de encontrar mejores perspectivas económicas y culturales. La gran metrópolis que era El Cairo hervía de inquietudes artísticas, nuevas tendencias, nuevos géneros literarios recuperados de la antigua tradición árabe e influidos por un incipiente contacto cultural con Europa. Todo se encontraba en un chispeante estado de cambio y evolución. Así que cuando May Ziadeh se instaló en la capital egipcia con su familia continuó su formación académica en un momento en que las instituciones educativas egipcias se reformaban y adquirían un cierto tinte europeo. Estudió Historia, Filosofía y Ciencias Modernas en la Universidad Egipcia y además acudió a la prestigiosa Universidad de Al-Azhar para estudiar Ciencias Coránicas. Se graduó a los 31 años y para entonces ya hablaba, además de árabe y francés, italiano, inglés, alemán, español, latín y griego moderno.
Esta mujer inquieta, ansiosa por aprender y por investigar nuevas formas de comunicación artística, publicó sus primeros poemas en francés bajo el seudónimo de Isis Copia, aunque no tardó mucho en traducirlos ella misma al árabe y en reivindicar su lengua materna como lengua literaria de cultura. No es casualidad este giro lingüístico ni todo lo que sucedió después como consecuencia. A principios del siglo XX, el mundo árabe se encontraba en plena Nahda y Egipto era el ojo de este huracán de revoluciones artísticas. La palabra Nahda se suele traducir como “Renacimiento”, y aunque no equivale exactamente a lo que supuso el Renacimiento de la Europa occidental, sí que representa un terremoto cultural rebosante de cambios y de nuevas perspectivas. Si el Renacimiento europeo miraba con cierta añoranza a un pasado clásico cuya esencia esperaba recuperar, el Renacimiento árabe, la Nahda, era consciente de su presente y miraba hacia el futuro con el objetivo de modernizar una cultura que, según sus propios intelectuales, había pasado demasiado tiempo en una espiral de decadencia y anquilosamiento. Los árabes comienzan el siglo XX queriendo ser modernos, signifique esto lo que signifique desde el punto de vista literario.
Un salón para recibirlos a todos
Los estudios actuales sobre nuestra autora hacen notar que fue contemporánea de Virginia Woolf. Nunca se conocieron ni tuvieron ningún tipo de relación, pero se remarca la importancia de la contemporaneidad porque en 1929 Virginia Woolf publicó Una habitación propia, uno de los textos de referencia del feminismo occidental desde donde se reflexiona sobre el espacio físico que han ocupado las mujeres desde el punto de vista cultural a lo largo de los siglos. Y esa habitación propia fue lo que construyó nuestra May en pleno Cairo a principios del bullicioso siglo XX, años antes de que la escritora inglesa reivindicara la necesidad de disponer de la independencia económica y el espacio apropiado para poder dedicarse a crear.
En 1912 fundó un Salón Literario que sería el gran referente de las tertulias literarias del mundo árabe mientras ella vivió. Era un lugar de encuentro para hombres y mujeres que se dedicaban a la literatura y, además, May aprovechó la influencia que sabía que ejercía desde su Salón y su indiscutible auditorio para hablar sobre los derechos de las mujeres, especialmente en aquello que tenía que ver con la educación y con la participación en la vida pública. De hecho, uno de los discursos que generó más debate entre los intelectuales del momento fue el que dio en la Universidad de El Cairo en 1919. Fue un discurso de homenaje por el aniversario de la muerte de Malak Hifni Nasif, que era asidua participante en el Salón de May y una de las primeras periodistas árabes en hablar de feminismo. May aprovecho este discurso para homenajear también al que se conoce como el precursor del feminismo árabe y que, curiosamente, fue un hombre. Se trata del egipcio Qasim Amin (1865-1908) autor de La liberación de la mujer (1899) y La nueva mujer (1901)
La gran habilidad de May Ziadeh fue conseguir que por su Salón desfilaran intelectuales de todo tipo, gente con ideas enfrentadas o contradictorias que se reunían para discutir sobre cultura sana y acaloradamente, para debatir sobre obras publicadas o por publicar, para recitar poemas e inaugurar tendencias. Todos tenían cabida en su Salón.
Y mientras ejercía de anfitriona, ella escribía. Escribía artículos de prensa, libros de poemas, cartas de amor para Gibran… No podemos olvidar además que era una gran políglota, cosa que le favorecía a la hora de acceder a una cultura occidental que le aportaba nuevas visiones con las que llegar a un punto de encuentro o mestizaje oriental. Su amplio conocimiento de idiomas la llevó a ser traductora de obras del inglés, francés o alemán al árabe. Fue la primera traductora de la obra de Arthur Conan Doyle al árabe, por ejemplo.
¿Dónde está la obra de May Ziadeh?
Pero, ¿qué pasa con la recepción de la obra de May Ziadeh? Esta mujer culta, educada, prolífica en su producción tanto periodística como literaria se sintió siempre en medio de la tragedia artística y espiritual. Gran anfitriona, gran referente, pero siempre pensó que su obra no era valorada, y si nos ceñimos a los comentarios de sus compañeros de profesión todos hablaban de su belleza y de su saber estar, pero muy pocos de sus textos. Se alababa que fuera excelente organizando veladas literarias pero a penas podemos leer algo en escritos de la época reconociendo su validez como escritora. Y hasta hace bien poco solo se la reconocía por ser el gran amor de Khalil Gibran, recordemos, siempre en la distancia.
Recientemente, los estudiosos de la literatura árabe están analizando y reivindicando la obra de May Ziadeh, aunque por desgracia todavía no parece tan interesante a las editoriales como para merezca ser traducida a los idiomas que ella dominaba. A penas podemos encontrar alguna traducción al inglés de algunos de sus poemas.
Decíamos que la libanesa siempre se sintió en el centro de una tragedia artística. Y esta sensación cobró forma entre 1928 y 1932 con la muerte de sus padres, de varios de sus amigos más cercanos y, especialmente, con la muerte de su gran amor Khalil Gibran. Cayó en una gran depresión que la llevó a volver al Líbano, donde sus familiares cercanos, se dice que especialmente una de sus primas, movieron tierra y cielo para que la declarasen enferma mental y la ingresaran en un psiquiátrico. Poco sabemos de su estancia en el centro médico, pero sí que consiguió los informes médicos necesarios para poder salir de allí demostrando su buena salud mental y que rápidamente volvió a El Cairo, donde murió en 1941, con 55 años de edad y sintiendo que su obra era poco valorada a pesar del gran papel como animadora cultural y cohesionadora de una intelectualidad ansiosa de cambios y de nuevas tendencias.
Poca gente supo ver que en los poemas de May Ziadeh se reflejaba ya esa modernidad que buscaban, esa nuevo rumbo dentro de una literatura árabe que hunde sus raíces en la más firme tradición poética pero que a principios del siglo XX pugnaba por encontrar nuevos caminos que la llevaran hasta lo que es hoy en día.
Por suerte, nunca es tarde para recuperar pasados olvidados, y esperamos que la obra de May Ziadeh sea traducida, estudiada y reivindicada como sin duda se merece.
Nuestra escritora tiene en la ciudad de Beirut una calle bastante céntrica, a cinco minutos de la Biblioteca Nacional del Líbano, perpendicular a la calle de Khalil Gibran.
May dejó dicho: “Espero que después de mi muerte alguien me hará justicia”.
Esperamos ansiosos poder leer sus obras algún día como se merecen.
El 11 de febrero de 2012 Google le dedicó uno de sus famosos Doodles. Aquí os dejo el enlace a una web en ingles por si queréis verlo y leer algo más sobre ella: https://arablit.org/2012/02/11/a-google-doodle-for-may-ziadeh/
Hace pocas semanas, la cadena Aljazeera lanzó unos videos muy interesantes, también en inglés, sobre la vida y la obra de May. Aquí podéis verlos si tenéis curiosidad:
Si queréis dejar vuestros comentarios o vuestras sugerencias sois muy bienvenidos. ¿Os apetece que dediquemos un artículo a Khalil Gibran que tuvo tanta importancia en la vida de May? ¿Prefieres saber más cosas sobre los salones literarios de El Cairo? ¡El de May no fue el único!