Hoy vamos a tratar un tema que os preocupa mucho a todos los que estáis empezando en esto de escribir, lo cual es más que comprensible. Muchos autores noveles solemos adentrarnos en esta profesión con un respeto (y miedo) abrumador. Es lógico: hasta ese momento sólo hemos sido lectores, y vemos la literatura como un arte mayor, algo elitista y propio de gente muy culta. Así que lo primero que intentamos es ponernos a ese nivel que nuestros prejuicios nos indican. Es entonces cuando caemos en lo que se conoce como barroquismo literario.
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ToggleQué es el barroquismo literario
Hace unos cuantos años ya, conocí a un compañero escritor con un gran talento para crear historias, el cuál sin embargo estaba ofuscado porque no conseguía que esas obras fueran publicadas. Me pidió que les echara un vistazo, y pronto comprendí el motivo por el que ninguna editorial quería apostar por él: su narrativa era abigarrada, ampulosa, demasiado densa. No es que tuviera un estilo añejo, es que directamente las frases estaban construidas mediante estructuras propias de otro siglo. Vamos, que pecaba de lo que hoy estamos hablando, barroquismo literario. Porque eso es el barroquismo: sobrecargar de tal modo el texto que acabe convirtiéndose en algo artificial, espeso y difícil de leer.
Se lo comenté, por supuesto. Le dije que si quería llegar al lector (y antes al editor) necesitaba que su estilo fuera más ameno, más actual. Se cerró en banda a mi consejo. Alegaba que ese era el estilo de los grandes clásicos de la literatura, y que por tanto no había mejor manera de escribir. No quiso entender que, al igual que todo en la vida, el mundo literario cambia, evoluciona. ¿A mejor o a peor? A eso os respondo después, pero la realidad es que el lector de hoy en día no acepta una narrativa rebosante de oraciones subordinadas, nexos o cuyo léxico esté anclado en otras épocas. Esto es así, y si quieres llegar al público actual, vas a tener que adaptarte a él.
¿Por qué se llama barroquismo literario?
Supongo que ya imaginaréis que el término «barroquismo literario» proviene del período histórico y cultural que conocemos como Barroco. Esta época abarcó desde la segunda mitad del siglo XVI hasta la primera del XVIII, más o menos. Fue una época de gran esplendor en los movimientos artísticos, y se extendió por Europa y sus zonas de influencia. En cuanto a la literatura se refiere, el Barroco se diferenció de manera radical con el Renacimiento sobre todo por su afán de buscar la espectacularidad estilística por encima de cualquier otro aspecto.
Esto se tradujo en una narrativa recargada, compleja y muy abigarrada, de ahí que la RAE defina «barroco» como algo «excesivamente recargado de adornos». Algo que por cierto también se puede observar en otras disciplinas, como la pintura. Sólo hay que ver los cuadros de Rubens, como Los horrores de la guerra, para entender a qué me refiero. Trasladado a la literatura, tendríamos a monstruos como Lope de Vega, Luis de Góngora, Tirso de Molina o Francisco Quevedo, especialmente en sus vertientes prosistas. Pero son incluso más característicos de ese estilo cargado autoras hispanoamericanas como la religiosa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, de la cual voy a poneros un ejemplo para que entendáis a qué me refiero:
¿Lo apreciáis? Frases largas, muchas subordinadas, un montón de comas y sus respectivas pausas, con un léxico culto dentro de estructuras complejas. ¿Es una mala narrativa? ¡En absoluto! Al contrario, es una auténtica maravilla. Sin embargo, estamos ante un estilo de otra época, para otro tipo de lector. Hay que tener en cuenta el contexto histórico: la literatura de épocas pasadas era un «producto» de lujo, dirigido a gente de alto nivel social y cultural. Dicho de otro modo: no se creaba para todos los públicos, sino para una minoría.
¿Por qué el barroquismo literario no tiene cabida en el presente?
Y ese es el problema. Como ya he apuntado antes, el mundo literario ha evolucionado. Ahora es cuando toca responder si para bien o para mal: ha cambiado a mejor. Por el simple motivo que hoy en día la literatura está al alcance de todo tipo de lectores. Los libros ya no son un objeto de culto, confeccionados para que cojan polvo en las bibliotecas de las catedrales o del noble de turno. Eso es una mejoría, ¿verdad? Muy grande.
Por tanto, si queremos alcanzar a todo tipo de lectores, tenemos que adecuarnos a ellos. A los de hoy, no a los de hace trescientos años. Y creedme, no es fácil. Conseguir una narrativa sencilla, accesible y a la vez hermosa es un reto para cualquier escritor. ¿Cómo? Sustituyendo esos elementos que ya no funcionan, como la excesiva adjetivación o las frases enrevesadas, por estructuras más ligeras y dinámicas, además de usar un léxico más actual e incluso, por qué no, informal (que no incorrecto, ojo).
Conclusiones
Recordad una de las normas de oro de la escritura, que no paro de repetirle a los alumnos en mis clases de narrativa: en literatura, menos es más. Olvidad esa manía de que la belleza está en lo complicado, porque es falsa. Hay que economizar a la hora de expresarnos, y recortar, recortar como un poseso, para quitarnos de encima todo lo que sea accesorio. El objetivo es tener una narrativa limpia, natural, que se aleje lo máximo posible de ese estilo recargado del barroquismo literario. Sólo así podremos encontrar el espacio para desarrollar nuestro propio estilo personal.
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Sr Teo,
Le agradezco la información sobre el barroquismo literario , muy interesante. Acaso dependería del texto para poder usarlo?
Muy interesante el comentario sobre el barrroquismo literario. También hay barroquismo en arquitectura. Buena información. Estaré en el curso. Saludos.
Gracias.