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Cómo hacer una descripción – Primera parte

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Debió ser por estas fechas, pero hace ya ocho años. En uno de mis cursos de escritura, que por entonces eran presenciales, estábamos trabajando cómo hacer una descripción y les propuse a los participantes que escribieran un relato en el que describieran la habitación en la que solían escribir. A la semana siguiente, uno de los alumnos entregó un relato en el que indicaba, metro a metro, todo lo que había en aquella habitación: estanterías, mesas, libros, cuadros, sillas, color de las paredes, ordenador, pantalla, escritorio, armarios, camas, ventanas, cortinas… ¡Todo! Y al enseñarlo todo, hizo una mala descripción.

En realidad, ni siquiera hizo una descripción. Lo que hizo fue una explicación detallada de cuanto podía encontrarse en aquella habitación, de tal manera que, sí, podías saber cuanto había allí, pero con tal cantidad de detalles, de información, que eras incapaz de retener nada.

Y es que una descripción no es una enumeración. Hoy empiezo esta serie de artículos en los que me voy a meter en un berenjenal importante: intentar explicar (lo que implica teoría) cómo se describe correctamente (algo que es un arte). Así que lo que voy a intentar debe ser algo parecido a dar a conocer la teoría del color a alguien que quiere pintar, pero ¿quién dijo miedo?

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Por el principio: ¿Qué es una descripción?

Si nos vamos a la teoría literaria, nos encontramos, como no, con una definición: “explicación, de forma detallada y ordenada, de cómo son ciertas personas, lugares, objetos, entre otros.” Lo que intentamos hacer con una descripción es “mostrar una fotografía”, ya sea de un lugar o de una persona, solo que a través de las palabras. La idea es que el lector pueda hacerse una imagen precisa del lugar, la persona, el objeto, etc. que estemos describiendo.

Espera, espera, espera… (pon aquí el típico sonido de aguja rayando el disco, por favor). Entonces ¿no es justamente eso lo que hizo aquel alumno? ¿Cómo es posible que el ejercicio no estuviera bien re

alizado?

La respuesta a esta pregunta nos la da Antoine Albalat. Es muy probable que no conozcas a este escritor y ensayista francés de finales del s. XIX y principios del XX. En el mundo hispanohablante es muy poco conocido, pero tiene un libro estupendo titulado El arte de escribir y la formación del estilo. Bien, pues Albalat va más allá de la definición teórica de lo que es una descripción y nos da su verdadera esencia. Dice lo siguiente:

La descripción “no enumera, hace más que indicar: pinta. No se contenta con caracterizar lo que ve; lo enseña a los ojos, traza el cuadro. (…)Su razón de ser, su esfuerzo, su ambición son los de hacer vivir, presentar vivos, materiales y tangibles, los detalles, las situaciones, los seres, todo lo que es físico”.

No, describir no es solo decir qué hay en un lugar. La descripción va mucho más allá de eso…

Para qué hay que usar la descripción

Es tan sumamente importante saber por qué hay que hacer las cosas cuando escribes… La mayoría de la gente que se sienta delante de su ordenador a escribir no piensa en lo que necesita su obra en cada momento; normalmente se deja llevar y escribe lo que le llega a los dedos, y claro, así luego salen los libros que salen y pasan las cosas que pasan. Por favor, no cometas el mismo error. Si quieres escribir tienes que plantearte porqué, para qué, vas a escribir tal o cual cosa en ese momento preciso. Todo, absolutamente todo lo que introduzcas en tu obra, ha de estar ahí por un motivo. Y sí, eso incluye a las descripciones.

Entonces, ¿cuál es la razón de ser de la descripción? ¿Para qué has de utilizarla?

Descripción y ambientación

La descripción sirve sobre todo para ambientar la acción y crear una atmósfera que haga más creíbles los hechos que se narran. Este es su principal propósito: establecer un marco en el que se va a desarrollar la acción.

Descripción y pausa

Por supuesto, la descripción puede utilizarse para otras cosas. Por ejemplo, muchas veces, las descripciones se utilizan no para enmarcar la acción sino para detenerla y empezar a preparar el escenario para lo que vendrá a continuación. Cuando describimos no está ocurriendo nada (a menos que describamos una acción, pero de eso ya nos ocuparemos más adelante). La acción está detenida, el tiempo se para para que podamos mostrarle al lector determinados detalles (y pongo en negrita “determinados detalles” con toda la intención del mundo), ya sean estos de una persona, un lugar, un objeto, un animal o cualquier otra cosa.

Descripción y organización

La descripción tiene una tercera utilidad, que en este caso es organizativa. Sí, porque no puedes escribir al tuntún… No puedes escribir de cualquier manera, sin calcular ni reflexionar. El contenido de tu obra debe estar organizado. Al menos, debe estarlo si es que quieres que tus lectores potenciales puedan entender algo de lo que les estás contando a lo largo de esas páginas.

En este sentido, (y de lo que te hablo ahora es de teoría literaria al 100%) has de trabajar la descripción a tres niveles. Para empezar, tienes que definir la realidad (ficticia, por supuesto) en la que viven tus personajes. A continuación, tienes que situar esa realidad en una ecuación espacio-temporal (vamos, que digas dónde y cuándo ocurren las cosas que cuentas). Por último, y probablemente lo más importante de todo, tienes que calificar aquello de lo que estás hablando.

¿Qué quiero decir con esto último? Una de las cosas más importantes que has de tener en cuenta desde ya cuando te sientes a escribir es que tienes que lograr que el lector tome partido. Por quien tú quieras (y quien tú quieres siempre es el protagonista, claro). Conseguir eso pasa por influir en el lector. Y para influir, has de calificar las cosas de acuerdo a tu conveniencia. Un ejemplo tonto y absurdo, pero real: si presentas a un personaje feo, vestido con harapos, que huele mal y es antipático, de entrada (y como norma, que ya sabemos que excepciones hay para todo en la vida) el lector se alejará de él. ¿Ves cómo la función calificativa de la descripción te ayuda a influenciar en el lector y colocarlo en el lugar justo que te interesa?

Pero, ¿qué cosas puedo describir?

Por desgracia, habitualmente nos quedamos muy en la superficie al describir. La mayoría de autores, en especial los que empiezan, tienden a describir lo que puede ser visto. Es lógico, el ser humano entiende el mundo a través de lo que ve.

Pero en realidad puedes describir cualquier cosa que tenga un carácter emocional o sensorial. Ten en cuenta que el objetivo final de la descripción puede ser muy variado: informar, convencer, conmover (y si no te lo crees mírate cualquier anuncio de una ONG), denunciar (por ejemplo, la descripción que una organización ecologista hace de un paraje natural en el que la especulación inmobiliaria o un vertido tóxico han hecho estragos, etc.)

Y por supuesto, se puede utilizar la descripción para mostrar acciones y acontecimientos; es decir, para mostrar lo que está haciendo uno, o varios, personajes, y lo que está ocurriendo a nivel general en una localización, una zona, una región o incluso un país o un continente.

En rasgos generales, esto es la descripción y para esto se utiliza. Ahora que ya lo tenemos claro, en el siguiente artículo nos meteremos en la difícil tarea de intentar explicar cómo se hace una descripción.

Y tú ¿para qué usas las descripciones? ¿Te has preguntado alguna vez si debías incluir una descripción o desecharla? ¿Has descubierto algo de interés en esta entrada? ¡Compártela y deja tus comentarios! Estaré encantado de conocer tu opinión.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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