Sí, ya lo sé, no paro de decíroslo un artículo tras otro: una de las principales características del español es la variedad. Os lo comenté en el artículo sobre el nombre de nuestro idioma o en el de los gerundios. A pesar de ello, y aunque tenemos un montón de alternativas para plasmar en papel cualquier cosa que se nos pase por la cabeza, también existen ciertas palabras que nos sirven en diversas situaciones. Hoy vamos a hablar de uno de estos tipos de palabras, cuyo nombre ya lo dice casi todo: los verbos comodín.
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ToggleQué son los verbos comodín
Como os adelantaba, su propio nombre es esclarecedor: Los verbos comodín son aquellos que se pueden utilizar para expresar distintas acciones, y que pueden utilizarse en contextos muy diferentes y realizar funciones gramaticales diversas. Se caracterizan por ser muy versátiles y flexibles, lo que los convierte en un recurso común y, por tanto, ampliamente utilizado. Sobre todo en el lenguaje hablado. La definición quizás os deje un poco helados, pero lo entenderéis enseguida con unos ejemplos. Porque al fin y al cabo estamos ante los verbos más utilizados de nuestra lengua. Me refiero a verbos como «ser», «estar», «dar», «decir», «tener», «hacer» o «poner».
El verbo “hacer” es, sin duda alguna, el rey absoluto entre los verbos comodín. Estamos de lejos ante el más utilizado en español, ya que es la base para expresar un sinfín de acciones de todo tipo. Por ejemplo, solemos decir «hacer una llamada», «hacer una pregunta», «hacer unos macarrones», «hacer unos calcetines» o «hacer una canción». Por si fuera poco, también lo utilizamos para indicar el tiempo que ha pasado, como en «hace meses que no quedamos». ¡Pero aún hay más! Porque también sirve para expresiones idiomáticas, lo que solemos conocer como frases hechas del tipo «hacer el ridículo» o «hacerse el muerto». Y seguro que se os ocurren muchos más ejemplos, así que dejádmelos en los comentarios.
Otro de los verbos comodín más habituales en español es «tener». Lo usamos para expresar posesión, como “tener una casa” o “tener un coche”. También es útil para indicar estados emocionales o físicos, como “tener hambre” o “tener sueño», aunque esto básicamente no es una acción de posesión. Y, una vez más, también está muy presente en las frases hechas, como en “tener la sartén por el mango» o «tener mala leche».
Tampoco se queda corto en usos el verbo «dar». Este comodín se utiliza para expresar la acción de entregar algo, como “dar un regalo” o “dar un beso», pero también para expresar acciones que se realizan, como “dar una conferencia” o “dar una clase”. Y, como no, en muchas expresiones idiomáticas. ¿Nunca le has «dado la murga» a nadie? Pues eso.
El verbo “ser” se utiliza para expresar identidad o esencia, como “ser inteligente” o “ser una persona amable”. También se utiliza para indicar la hora o la fecha, como “son las dos de la tarde” o “es el 5 de mayo”. Y también en expresiones hechas como “ser un hueso duro de roer”.
El problema de los verbos comodín
Supongo que ya habréis intuido por dónde van los tiros: los verbos comodín son super útiles, porque valen para un montón de situaciones. Tanto que la tentación de utilizarlos en detrimento de otros más concisos es enorme. Esto también os lo he dicho varias veces, tanto a vosotros como a mis alumnos en los talleres y cursos de narrativa que imparto: en literatura necesitamos siempre ser precisos a la hora de elegir la palabra con la que queremos expresar lo que tenemos en mente. Pero claro, si disponemos de unas palabras que nos sirven para tantas cosas, ¿por qué aprendernos otras? Os pondré un ejemplo:
«La madre de Luisa nos hizo unos calcetines para nuestra hija.»
No parece que haya nada malo en esta frase, ¿verdad? Y de hecho no lo hay. El verbo «hacer» es completamente correcto. Pero también podríamos dejarla tal que así:
«La madre de Luisa nos tejió unos calcetines para nuestra hija.»
¿Qué hemos conseguido con este cambio? Pues hemos usado un verbo no tan habitual pero más concreto incluso. Estarás pensando que ya ves tú, da igual, porque estamos diciendo lo mismo. Sin embargo, ahora imaginemos que en el mismo texto utilizamos este verbo comodín muchas más veces. De hecho, pongamos que es nuestra principal estrategia a la hora de construir las frases: «hacer una casa», «hacer un asado», «dar un abrazo», etcétera. Lo que estamos dando a entender al lector es que nuestro vocabulario está limitado a utilizar el verbo comodín, que no conocemos más opciones. Eso denota pobreza léxica. Porque, como siempre os digo, el abuso hace que cualquier recurso se vuelva incorrecto.
¿Cómo solucionar esto? Es tan sencillo como intentar utilizar los verbos concisos para cada acción. En lugar de decir que alguien está «haciendo una casa», sería más apropiado decir que está «construyendo una casa»; o «cocinando un asado»; o que nos «abrazó». Os pongo una pequeña lista con ejemplos de expresiones con verbos comodín y sus equivalencias más concisas:
·Hacer un viaje: viajar
·Hacer un dibujo: dibujar
·Hacerte una mancha: mancharte
·Dar la mano: estrechar la mano
·Dar un susto: asustar
·Tener dos metros: medir dos metros
·Tener un mal comportamiento: comportarse mal
·Dar una carta: entregar una carta
¿Veis cuántas opciones existen? No hay nada de malo si decimos que uno de nuestros personajes le dio la mano a otro, pero es mejor escribir que le estrechó la mano, porque así evitamos utilizar un verbo que seguramente usaremos muchas más veces a lo largo de nuestra novela. Por eso de las temidas repeticiones. Además, es importante recordar que el uso excesivo de los verbos comodín puede llevar a ambigüedades y confusiones en la comunicación.
Conclusiones
Así que ya veis, la cuestión es apelar una vez más a la variedad de nuestro idioma. Utilicemos todas las opciones que nos ofrece el español, variemos entre formas verbales y construcciones para aprovechar su rico vocabulario. Concisión, variedad y equilibrio. De este modo podremos abordar cualquier situación que se nos presente sin tirar siempre de las mismas estrategias, y nos convertiremos en autores con más herramientas y menos limitaciones.
Buenos Días Teo:
Muy buen post con grandes ejemplos. A mi me suele costar sustituir el verbo decir en los dialogos.A veces es díficil cambiarlo por otro más apropiado.Gracias. Un saludo:Íñigo.
Muy buen artículo. Me ha gustado mucho.
Qué bueno es leerte pues tienes una prosa amena y que da confianza. Muy práctica y apropiada.
Muchas gracias por todo lo que nos comparte, maestro. Desde Colombia.